Recordar los hechos:

Nombramiento 1 de marzo

Denuncia de la oposición el 20 de marzo con petición de rectificación.

Solicitud de comparecencia en pleno (aprobado en abril).

Ratificación de la decisión política: nada que ocultar, total transparencia dice el PP y se propone su sustituta en el puesto de origen (enrocamiento en la decisión equivocada).

Contenido de las preguntas:

- ¿Quién hizo la propuesta de nombramiento? Autor-a intelectual y responsabilidad política.

- Razones de la elección: no son técnicas, sino de confianza política.

- Criterios que debía cumplir al funcionaria que ocupara la Jefatura de Servicio (había y hay otras alternativas).

- ¿Qué juicio le merecen a los concejales las acusaciones? ¿Les preocupa la corrupción política?.  

Valoración política:

¿Son conscientes de que les afecta, a ellos y a su partido? ¿O están mirando para otro lado? Ocultando la corrupción, como hacen en esta campaña electoral, en la que esconde hasta al candidato.

Menos mal que el recorrido político de la Alcaldesa parece corto porque asusta pensar de lo que podría ser capaz si llegara a un ministerio: nos podríamos encontrar con la rehabilitación de cualquier Bárcenas o Matas o Fabra como subsecretarios de estados. Dado lo que les importa rodearse de personas sospechosas de delitos de corrupción política.

Esto no es un comportamiento ni ejemplar ni inteligente. Enrocarse en el error no es una buena carta de presentación cuando la gente desconfía de los políticos. Más bien, es una muestra de soberbia y desprecio a la ciudadanía.

Este nombramiento será legal, pero no es ético ni honorable. Sólo se defiende forzando la interpretación de la ley.

Pero hay que recordar que el PP es capaz de defender una ley que está poniendo en la calle a narcotraficantes y otras que están socavando los cimientos de la democracia y el pluralismo político (ley mordaza o reforma del estatuto de CLM).

Por eso, es necesario que la ciudadanía sepa qué tipo de dirigentes tiene el PP y qué explicaciones tienen que dar ante hechos tan descaradamente partidistas, contrarios al interés general, y carentes de racionalidad y sentido de la responsabilidad que deben demostrar los políticos, en particular, los gobernantes.